LAS RADES (SANTO TOMÉ DEL PUERTO)
Ermita de Santa Ana
La ERMITA DE SANTA ANA de Las Rades del Puerto es una de las tres con las que contaba el término de la Abadía de Santo Tomé del Puerto. Es un templo humilde que en el siglo XIX se conocía bajo la advocación de San Sebastián, cuya festividad del 20 de enero es muy celebrada.
El origen de la ermita ha de remontarse al mismo origen de la población, pero no hay ningún indicio de cuando se construyó o reformó. En el «Diccionario Geográfico, Estadístico e Histórico» (1.845-1.850) de Pascual Madoz, aparece como ermita de San Sebastián tanto en la entrada de Rades como en la de Santo Tomé del Pie del Puerto.
La ermita es una construcción muy modesta, pero cuidada con gran cariño por los vecinos. Se levanta sobre planta cuadrangular cubierta con armadura de madera muy característica de esta parte de la sierra segoviana. Tiene cuatro aguas formadas por pares que apoyan en la viga central o hilera, que reparte su peso en los tirantes a través de los pendolones.
Se accede a través de la puerta abierta en el muro oeste, sobre la que se dispone un escueto campanario con dos pináculos a los lados. El interior está presidio por la imagen de la Inmaculada Concepción, con Santa Ana a un lado y San Sebastián al otro. Son todas modernas.
Se conservan también dos tallas más antiguas que también representan a Santa Ana y a San Sebastián. Son de buena calidad y parecen anteriores a las exageraciones del barroco, por lo que podrían datarse en el siglo XVI o en el siglo XVI l. Hasta esa época, al menos, se remontaría la devoción tradicional de los habitantes de Las Rades del Puerto por sus santos patronos. Ambos santos son muy frecuentes en otras iglesias de la comarca.
Santa Ana es la madre de la Virgen María. Su nombre no aparece en el nuevo Testamento y se menciona por primera vez en el Protoevangelio de Santiago, texto apócrifo del siglo 11.
Por su parte, San Sebastián es un santo italiano, nacido en Milán y muerto en Roma en el año 288. Fue comandante de la guardia pretoriana del emperador Diocleciano y, cuando se descubrió que era cristiano, fue condenado a morir traspasado a flechazos. Es protector contra la peste y la epilepsia.