CASLA
Nuestra Señora de la Estrella
La ermita de Nuestra Señora de la Estrella, patrona de Casla, se levanta entre sabinas y olmos, al mismo pie de la Sierra.
Es un edificio austero, enclavado en un paraje de gran belleza. Su construcción se corresponde con un momento de auge de la ganadería trashumante, a la que tan ligada estaba la vida de Casla. Junto a la ermita se levanta la casa de los santeros que cuidaban del lugar y que ya está deshabitada.
Sus paramentos son de mampostería revocada, empleándose sillares bien labrados para reforzar esquinas, cornisas y vanos. Consta de una sola nave rematada con un presbiterio cuadrado, tras el que se encuentra el camarín de la Virgen.
El acceso se realiza a través de una sencilla puerta, con arco de medio punto y grandes dove, las que se abre en el muro sur de la nave. Al fondo de esta, en el interior, se levanta el coro.
La cabecera, más alta que la nave, se cubre con cúpula hemisférica decorada con recargados frescos con motivos vegetales que se agrupan en ocho «gajos«. El retablo mayor es de estilo barroco, quizás de la misma época de la construcción.
La hornacina central alberga la imagen de la titular y se comunica con el camarín, desde donde se puede acceder para vestirla y adornarla. Se conserva un lienzo que reproduce la imagen de Nuestra Señora de la Fuencisla, patrona de Segovia.
Según la tradición, muy similar a otras de la comarca y que podría remontarse a la repoblación de Casla en el siglo XI, la imagen de la Virgen fue descubierta aquí por un pastor, quien maravillado por su hallazgo, quiso trasladarla a otro sitio.
Pero siempre que intentaba salir de los términos de Casla, la Virgen volvía al mismo lugar. Ante estos milagrosos hechos, los vecinos decidieron levantar en este emplazamiento la ermita primigenia.
La aparición tuvo lugar en un arbusto, una estepa. Así, hasta 1.665 aproximadamente, la Virgen era venerada como Nuestra Señora del Estepar.
La ermita de Nuestra Señora de la Estrella, patrona de Casla, se levanta entre sabinas y olmos, al mismo pie de la Sierra.
Es un edificio austero, enclavado en un paraje de gran belleza. Su construcción se corresponde con un momento de auge de la ganadería trashumante, a la que tan ligada estaba la vida de Casla. Junto a la ermita se levanta la casa de los santeros que cuidaban del lugar y que ya está deshabitada.
Sus paramentos son de mampostería revocada, empleándose sillares bien labrados para reforzar esquinas, cornisas y vanos. Consta de una sola nave rematada con un presbiterio cuadrado, tras el que se encuentra el camarín de la Virgen.
El acceso se realiza a través de una sencilla puerta, con arco de medio punto y grandes dove, las que se abre en el muro sur de la nave. Al fondo de esta, en el interior, se levanta el coro.
La cabecera, más alta que la nave, se cubre con cúpula hemisférica decorada con recargados frescos con motivos vegetales que se agrupan en ocho «gajos«. El retablo mayor es de estilo barroco, quizás de la misma época de la construcción.
La hornacina central alberga la imagen de la titular y se comunica con el camarín, desde donde se puede acceder para vestirla y adornarla. Se conserva un lienzo que reproduce la imagen de Nuestra Señora de la Fuencisla, patrona de Segovia.
Según la tradición, muy similar a otras de la comarca y que podría remontarse a la repoblación de Casla en el siglo XI, la imagen de la Virgen fue descubierta aquí por un pastor, quien maravillado por su hallazgo, quiso trasladarla a otro sitio.
Pero siempre que intentaba salir de los términos de Casla, la Virgen volvía al mismo lugar. Ante estos milagrosos hechos, los vecinos decidieron levantar en este emplazamiento la ermita primigenia.
La aparición tuvo lugar en un arbusto, una estepa. Así, hasta 1.665 aproximadamente, la Virgen era venerada como Nuestra Señora del Estepar.